Bienvenidos a la página de la Iglesia Adventista (Insurgentes) - Iguala Guerrero Mex. Iglesia Adventista del Séptimo Día Iguala: octubre 2009

domingo, 25 de octubre de 2009

Un regalo para Jesús





Desde la muerte de su padre, la familia de Roberto había luchado por subsistir. A pesar de los esfuerzos de su mamá, nunca había suficiente para todos. La pobre mujer trabajaba el turno de la noche en el hospital, pero lo poco que ganaba no le alcanzaba para mantener a su familia, aunque lo que no podía darles en lo material, lo compensaba con amor y ternura.
Se acercaba el día de Navidad y las tres hermanas de Roberto ya le habían hecho a su mamá un lindo regalo. Pero él seguía sin tener el dinero necesario.
No es justo, pensaba Roberto, que tenía apenas seis años de edad. Faltan pocas horas para Navidad, y no tengo absolutamente nada que darle a mamá. Procurando contener las lágrimas, se encaminó hacia alguna de las tiendas del pueblo. Pasó por una tras otra y contempló las vidrieras decoradas. En cada una de ellas podía ver regalos que él jamás podría comprarle a su madre.
Casi de noche, Roberto decidió volver a su casa, cuando  pronto observó una moneda que brillaba en la acera. ¡Nadie jamás se sintió tan rico como Roberto al recogerla! Con su nuevo tesoro en la mano, entró alegre en la primera tienda que vio. Pero su ánimo decayó tan pronto como el vendedor le explicó que allí no podía comprar nada con una sola moneda.

Por lo tanto, entró en la floristería de enfrente y con decisión mostró la moneda y preguntó si eso le alcanzaba para comprar una flor para su mamá como regalo de Navidad. El comerciante lo miró con ternura, se inclinó y le dijo: Espera aquí un momento, que voy a ir a ver si hay algo que pueda hacer por ti. Ante el asombro de Roberto, el dueño regresó con una docena de unas preciosas rosas rojas atadas con un lindo lazo plateado. Ahora sí me puedes dar la moneda que tienes en la mano jovencito, le dijo el hombre. Sabes, tenía estas rosas a un precio rebajado ¡Una docena por una sola moneda! ¡Menos mal que llegaste a tiempo para comprarlas, si no, nadie hubiera aprovechado esta magnífica oferta!
Roberto le dio las gracias, pagó y salió de la tienda. El hombre se asomó para ver cómo el niño se alejaba dando saltos de alegría. Más tarde, se le acercó su esposa y conmovido le contó:
-Esta mañana, antes de abrir el local, percibí en mi interior, una voz que me decía: aparta una docena de tus mejores rosas para un regalo muy especial. No se por qué, pero lo hice. Pasé todo el día esperando que ocurriera algo con esas rosas y justo antes de cerrar, un niño entró con la intención de comprarle a su mamá una flor con una sola monedita. Recordé que hace muchos años, cuando era niño, me había pasado algo muy parecido. Yo tampoco tenía dinero para comprarle un regalo de Navidad a mi madre, pero un desconocido me vio en la calle y me dio exactamente el dinero que necesitaba. Cuando vi a ese niño esta noche, supe que la voz que había oído esta mañana era real, así que fui y le entregué el ramo de rosas. Pero aún hay más, en mi corazón sentí que aquél regalo, no sólo lo preparaba para ese niño y su mamá, de alguna manera supe que lo estaba preparando para Jesús, en el día de su cumpleaños.
 Jesús te dice:

“Lo que ustedes hicieron para ayudar a uno de mis hermanos más pequeños, es como si lo hubieran hecho por Mi”  Mateo 25:40

No lo acompañaba su padre






Mi hijo Gastón tenía ocho años y llevaba muy poco tiempo en los scouts. En una reunión le entregaron un papel con instrucciones, unas maderas, cuatro pequeñas ruedas y le dijeron que se lo entregara a su padre.
No fue una tarea fácil para él. A papá no le hacía mucha gracia aquello de ayudar a su hijo en las tareas y actividades, fueran estas del colegio o de los scouts.
En ese momento papá, que estaba leyendo el periódico, descartó la idea de construir en compañía de su ansioso hijo menor un coche de carreras, de manera que las maderas y las ruedas quedaron guardadas durante unos días.
Por fin, su mama  intervino para ver si descubría la manera de hacerlo. Comenzó la construcción, pero como no tenía muchos conocimientos de carpintería, llegó a la conclusión de que lo mejor sería leer las instrucciones y dejar que poco a poco Gastón lo hiciera.
A los pocos días, las maderas se iban convirtiendo  en un auto de carrera. Un poco desalineado y nada estético, pero de cualquier manera era un auto de carreras. Gastón lo bautizó como “Relámpago Azul” y estaba muy orgulloso de su obra, especialmente por haber hecho algo con sus propias manos.
Llegó el gran día, el día de la carrera. Gastón con su coche de madera azul y sobre todo con una gran emoción se dirigió a la línea de salida.
Estaba claro que el auto de Gastón era el único construido en su totalidad por un niño. Todos los demás los habían hecho con ayuda de sus padres y tenían líneas aerodinámicas, estaban pintados y brillantes; y eran muy hermosos.
Al ver el auto de Gastón los demás niños se rieron y burlaron.
Por si eso fuera poco, Gastón era el único niño, que en la línea de salida no estaba acompañado por su padre, ya que únicamente estaba su mama.
Empezó la competición y se hizo por el sistema de carreras eliminatorias. Solo podían participar en la siguiente carrera los autos vencedores, hasta que al final, solo podían quedar dos.
Y curiosamente al final quedaron como finalistas el auto de Gastón y el de otro niño, que por cierto era el más hermoso de todos los que habían participado.
Cuando estaba a punto de darse la salida a la última carrera, mi hijo pidió con timidez a los jueces que le permitieran orar. Un poco extrañados, todos asintieron.
Y Gastón se arrodilló junto a su auto mientras hablaba con Dios. Lo hizo silenciosamente, pero con mucho fervor. Al terminar, se puso de pie con una sonrisa y dijo: «Estoy listo»
El público animaba a los corredores. Cristian, el otro competidor estaba de pie junto a su padre viendo como su auto bajaba a toda velocidad por la rampa, pero Gastón estaba solo, su padre no estaba a su lado, estaba entre el público, observando cómo el destartalado auto de su hijo bajaba por la rampa a toda velocidad.
Inexplicablemente para casi todos los asistentes, el auto de Gastón llegó a la meta segundos antes que el de Cristian.
Nadie se lo podía creer. Gastón, saltaba de alegría y gritaba: Gracias, Dios…, Gracias, Dios… mientras los presentes vitoreaban su nombre.
El jefe de los scout se acercó a Gastón y le pregunto:
-Oraste para ganar, ¿Verdad, Gastón?
-No, respondió, no sería justo pedir a Dios que me ayudara a derrotar a un amigo. Le pedí que me ayudara a no llorar si perdía.
Gastón no pidió a Dios que ganara la carrera; no le pidió que decidiera el resultado. Le pidió fuerzas para encarar el resultado.
Tal vez pasemos demasiado tiempo en oración pidiéndole a Dios que nos haga ganar la carrera de la vida, solo pedimos por el triunfo, por la gloria y para que nos libre de la pruebas. Cuando en realidad deberíamos pedirle fuerzas y valor para no abandonar y llegar al fin de nuestras vidas con entereza, valor y gratitud.

“La soledad, el abandono, no siempre nos tiene que llevar a la frustración o el desanimo, Gastón siendo un niño es un claro ejemplo para nuestras vidas. A él, el abandono y la soledad le llevaron a Dios y Él no le defraudó.
Nuestro Dios, está siempre a nuestro lado, pídele que te ayude a no llorar, si te sientes perdido”

El camion de basura




 ¿Con qué frecuencia permites que la estupidez y la insensatez de otras personas cambien tu estado de ánimo? ¿Te enfadas cuando otro conductor comete un error de transito, un empleado  te trata irrespetuosamente, cuando alguien se burla de ti, o un jefe te exige injustificadamente más trabajo de lo que te corresponde hacer?
Hace varios años, como de costumbre subí a un taxi para ir a mi trabajo, habíamos entablado una conversación con el conductor y de repente, sin saber por qué otro automóvil, se cruzó tan bruscamente, que para no causar una tragedia, el conductor del taxi tuvo que girar el auto y frenar súbitamente.
Milagrosamente no ocurrió nada, pero el conductor del vehiculo que había cometido la imprudencia, se bajo bruscamente de su auto y comenzó a gritar e insultar al taxista.
El taxista, a pesar de lo injusto de la situación, sonrió, levantó su mano y lo saludo muy amablemente diciéndole lo siento, que Dios le bendiga y que tenga un buen día y luego sin decir nada más retomó la marcha.
Sorprendido por esta actitud, le pregunte: -Porque le ha respondido así, esa persona por poco destruye su automóvil y además casi nos envía a los dos al hospital.

Entonces el taxista me dio una lección que jamás olvidaré, me dijo: -Muchas personas son como el camión de la basura. Están cargados de enojo, odio, frustración, resentimiento... y ante cualquier situación aprovechan para descargarla.
-Pero, porque lo hacen ante una situación como esta, si usted no le ofendió y solo fue su culpa.
-Lo hacen ante la primera oportunidad, porque necesitan eliminar de su interior toda la basura acumulada, porque ya no hay lugar para más.
Desde aquel día no he vuelto a permitir que los camiones de basura, tomen el control de mis sentimientos y mucho menos de mis reacciones.
Aprendí, que sonreírles a los insatisfechos, malhumorados y frustrados es la mejor medicina que puede ayudarles a cambiar su perspectiva de la vida.

“Sé amable con las personas alteradas y entiende que están librando su propia batalla. Pero asegúrate de no ser tú, el lugar en el que descargan toda su basura. Tú no eres un basurero”

¿Existe el mal?

Ocurrió en Alemania al inicio del siglo 20. Durante una conferencia con varios universitarios, un profesor de la Universidad de Berlín, propuso un desafío a sus alumnos con la siguiente pregunta:
-¿Creó Dios todo lo que existe?
Un alumno respondió valientemente: -Sí, Él creó todo lo que existe…
Preguntó nuevamente el maestro: -¿Dios realmente creó todo lo que existe? -Sí señor, respondió el joven.

El profesor, dijo: -Si Dios creó todo lo que existe, ¡entonces Dios hizo el mal, ya que el mal existe! Y si decimos que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo, porque el creo el mal.

El joven se calló frente a la respuesta del maestro, que se regocijaba de haber probado, una vez más, que la fe era un mito.

Otro estudiante levantó la mano y dijo: -¿Puedo hacerle una pregunta, profesor?
-Claro que sí, fue la respuesta del profesor. El joven se puso en pie y preguntó: -Profesor, ¿el frío existe?
-¿Pero que pregunta es esa?… Lógico que existe, ¿o acaso nunca sentiste frío?
El muchacho respondió: -En realidad, señor, el frío no existe. Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en verdad es la ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es factible de estudio cuando posee o transmite energía; el calor es lo que hace que este cuerpo tenga o transmita energía.
El cero absoluto es la ausencia total de calor; todos los cuerpos quedan inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Nosotros creamos esa definición para describir de qué manera nos sentimos cuando no tenemos calor.
-Y, ¿existe la oscuridad? Continuó el estudiante.

El profesor dijo: -Por supuesto que existe.
El estudiante respondió: -La oscuridad tampoco existe. La oscuridad, en realidad, es la ausencia de luz.
“La luz la podemos estudiar, pero la oscuridad, no”
A través del prisma de Nichols, se puede descomponer la luz blanca en sus varios colores, con sus diferentes longitudes de ondas, pero eso es imposible con la oscuridad.

-¿Cómo podemos saber cuán oscuro está un espacio determinado?
-Solo con base a la cantidad de luz presente en ese espacio. Porque la oscuridad es una definición utilizada por el hombre para describir qué ocurre cuando hay ausencia de luz.

Finalmente, el joven pregunto nuevamente al profesor: -Señor ¿El mal existe?

El profesor respondió: -Por supuesto, como afirmé al inicio, vemos robos, crímenes, violencia en todo el mundo. Esas cosas son del mal.

El estudiante, dijo: -“No Señor, el mal no existe o por lo menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia del bien…
De conformidad con los anteriores casos, el mal es una definición que el hombre inventó para describir la ausencia de Dios”

Dios no creó el mal. El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos.

Es igual a lo que ocurre con el frío cuando no hay calor, o con la obscuridad cuando no hay luz.

El joven fue aplaudido de pie por los demás alumnos y el maestro, moviendo la cabeza, permaneció en silencio.
El director de la Universidad, se dirigió al joven estudiante y le preguntó:
-¿Cuál es tu nombre?
-Me llamo, ALBERT EINSTEIN



domingo, 4 de octubre de 2009

¿Cómo encontrar la Paz?


Un pastor que recientemente despedía un duelo dijo las siguientes palabras: "Como Pastor tú sabes cuando te acercas al lecho de un enfermo a quien se ha pronosticado que le queda poco tiempo de vida, si esa persona está lista espiritualmente o no. Si se nota preocupado, angustiado, nervioso o agitado, te das cuenta que no ha hecho sus preparativos espirituales correspondientes. Sin embargo, si lo notas tranquilo, calmado y con paz, te das cuenta que el hermano está listo para partir".

Un pastor y un hermano visitaban a un señor el hospital que estaba muy enfermo, nervioso y firmemente aguantado de una varilla de metal en su cama, como no queriendo dejar ir. Ambos pensaron lo que más tarde los empleados del hospital les confirmaron: "a este señor le queda poco tiempo de vida". Después del hermano orar por él, venir a verlo durante toda una semana y hablarle de Cristo, el Pastor regresó a ver el hermano en una semana pensando que ya no estaría. El hermano no se encontraba en la cama que había estado una semana antes y mientras el pastor se retiraba, se encontró con el hermano con quien había estado de visita. Este lo llevó donde en esos momentos se encontraba el señor enfermo, quien ahora parecía una nueva persona ya que no solamente se veía mucho mejor físicamente, sino que se notaba tranquilo, calmado y lleno de paz. Este señor ahora profesaba haber aceptado a Cristo Jesús y sentir su presencia consigo.

Una semana más tarde el señor murió, aunque obviamente en circunstancias muy diferentes a las que hubiera muerto solo dos semanas atrás. ¿Es imperativo que no existan problemas o enfermedades en tu vida para que tengas paz o puedes experimentar la paz de Cristo aun en medio de los peores sufrimientos y angustias? ¿Qué estamos experimentando tú y yo espiritualmente en estos momentos? ¿Sentimos la paz que trae la presencia de Cristo con nosotros o nos sentimos solos y frustrados?
Cristo es quien único puede dar la verdadera calma, paz y seguridad.

Juan 14:27 Juan 16:33